LA BOTARGA Y SUS DANZANTES
Danzar al estilo Grijota:
¡alzas una pata y bajas la otra!
La presencia de la danza y la fiesta de la Botarga fue, como en toda la zona, habitual y vinculada primitivamente a la cofradía del Corpus Christi. La documentación de la danza procesional local y el botarga o birria y su evolución a lo largo de los siglos, encontramos la cita más antigua de su presencia, recogida en un acuerdo del cabildo de dicha cofradía sacramental, celebrado el día 22 de mayo de 1756 donde
Domingo Prieto y Francisco de la Era Palacio y sus consortes se obligaban a danzar en la festividad por 60 reales, en lugar de los otros danzantes que los señores comisarios tenían admitidos (Libro de la cofradía del Santísimo Sacramento. A.H.P.P. citado en Gutiérrez, J. Grijota, pueblo con historia. Ed. del autor, Palencia 2004).
La danza se mantuvo en varias cofradías para el Corpus más antiguamente, para Nuestra Señora de los Ángeles y los dos cristos que se veneran en la localidad: el Cristo de la Salud y el del Amparo. Esta última celebra fiesta en la Exaltación de la Santa Cruz el tercer domingo de septiembre, también en la misma ermita como la otra. Ambas cofradías compartieron algunas de las costumbres y tradiciones celebrando la fiesta con novenas, vísperas, hogueras, danzantes y presencia de la botarga.
LA BOTARGA
El botarga o “patrón” es la persona encargada de dirigir la danza y viste otro traje diferente, enterizo. El Diccionario Autoridades de 1726 utiliza el término botarga para denominar a lo que “vulgarmente se llama hoy un vestido ridículo, que sirve de disfraz, y es todo de una pieza, que se mete por las piernas, y después entran los brazos, y se abotona con unos botones gordos. Está hecho de varios colores casados en contrario, para causar risa a los circunstantes”. Por extensión también se denominaba así a “el sujeto que lleva este vestido en las mojigangas y entremeses, que se hacen en los teatros, para la diversión común”. Aunque originariamente la palabra Botarga parece ser que venía a definir una especie de calzón ancho, que cubría el muslo y la pierna a lo que el mismo diccionario indica que “Pudo decirse quasi Bota larga, por ser toda de una pieza, que empezaba en la cintura, y llegaba hasta el tobillo”. Al parecer en el siglo XVI el botarga era un personaje de comedia italiana, vestido con un pantalón de color rojo, que acabaría popularizándose entre las comedias españolas en tiempos de Lope de Vega utilizado indistintamente en género masculino o femenino.
Hoy en realidad es un traje enterizo denominado “saco” que también se conserva en la danza de Cisneros, mientras que otras como la de Cevico de la Torre, Tabanera de Cerrato o Fuentes han conservado vestidura más moderna, independizando casaca y calzón. Anota Julián Gutiérrez nuevamente a partir del libro de cofradía que en 1868 en la entrada de las nuevas mayordomías “se entregaron ocho calzones, como también ocho casacas para los danzantes de dicha hermandad y un saco y su careta para la Birria…”. Por su parte la cofradía del Bendito Cristo del Amparo “compró un vestido de Botarga” en 1898 que sería arreglado en 1918.
La botarga es el personaje principal de la fiesta, organiza y dirige la danza, sus entradas y salidas, y otras manifestaciones públicas y la devoción al Cristo o del amplio ritual, con un gran compromiso. Tal es así que en el año 1928, Vicente García entró en la Cofradía del Bendito Cristo del Amparo «con la condición de ser el Botarga de por vida y mientras pueda, y dejar a otro ser Botarga por él» (Este voto fue habitual en estas cofradías, donde el compromiso de las personas para con este cargo era tal, que aguantaban la representación hasta llegar a ancianos si las fuerzas les acompañaban.
LA MUERTE DEL BOTARGA
Al margen de la danza, tenía lugar una representación frecuente también y con multitud de elementos simbólicos paganos, que escenificaba la llamada “muerte del birria”, identificada por los antropólogos como “representación del mito del sacrificio y resurrección o de la renovación del ciclo natural”. En algunas localidades se realizaba al final de la fiesta, en un momento determinado del transcurso de la danza, que no tenía por qué ser en el día principal. La botarga -con o sin la escolta de los danzantes-, había de aguantar y sufrir todo el escarnio público por las chanzas y burlas cometidas contra el personal del pueblo en los días de la fiesta. Juzgado en un burlesco sermón que proclamaba a grito pelado la sentencia, montado en un burro, era manteado, vapuleado y simbólicamente condenado a la muerte. El juicio tenía lugar por la tarde, y formaba parte de la fiesta de ambas cofradías, aunque especialmente conocida y afamada era la botarga de septiembre. El personaje en cuestión, al final de la simulada muerte y con un cambio repentino de la melodía, pues lo acompañaba la dulzaina en todo el acto, se levantaba de un golpe, corría y, se liaba a zurriagazos.
…Eso los danzantes, que el lunes, el día después de la fiesta del Bendito Cristo, hacían la cosa esa de la botarga. Iba en un burro, el birria que llamábamos que va con un palo y con un rabo de mula agarrao que es con lo que zurcía las piernas cuando corría y arrampaba por las ventanas a subirse a las casas, ¡huy! se ponía arriba, la juventud se ponía arriba, a ver pasar la botarga, y cuando después que le leían la sentencia de:
-¡Te has comido tantos corderos!,
¡Te has bebido tantos cántaros de vino!
¡Tantas arrobas de patatas!
¡Por tragador y borracho y tal…!
-¿Qué pide el pueblo?, que viva o que muera?.
-¡Qué muera!..
– Tiraban un cohete a lo alto y …¡Boom!.
Y él se dejaba caer del burro como que lo mataban.
Y se empezaba a danzar, taritirori… y el público danzando, jóvenes, porque muchos en cuanto se levantaba y les torcía bien las correas con el vergajo del rabo de la mula. Tati riroro. Es, una redondilla que tocábamos ¿sabes?…
-Y hacían primeramente… era un poco así burlesco, no sé cómo la religión se lo consentía…Iba uno con una capa de Astudillo vestido como de cura y lleva un incensario, que era un puchero allí que metían que sé yo, olía más mal y entonces eso cuando le leían la sentencia y se caía él como muerto en el suelo, del burro, y después se levantaba y bueno la que se mangaba…! (Relato por Modesto Chico Reol, natural de la localidad y de 78 años. Grabado por Carlos Porro en Valladolid el 7 de enero de 1992).
…Y cuando le llevaban en la mesa, pues le echaban al suelo y toos los chiguitos alrededor, a danzar y: -¿Qué pide el público?, ¡que muera!, ¡qué muera¡ y tiraban un cuete y el patrón nos pegaba. Leían la sentencia, cómo que le estoy viendo….por tragador, te has muerto, por haber tragao tanto. El tío Vicente “el Dios” le decía:-¡Hijo que ya te vas, que ya no te veooo!, y tapao tu padre con un mantón… Hijo, antes era mucha juerga! (Relato de la señora Alfonsa. 7 de septiembre de 1999)
La botarga era un señor con un traje típico que le tiene Mariano de su abuelo, que llamaban el patrón, -¡que viene el patrón!, iba con un latiguillo y por lo menos a las chicas jóvenes las perseguía. Se escondían, se metía diez o doce chicas en una casa, claro y el otro que tal, se metía allí y asomaba. Era típico y había varios Cristos, la botarga les corría, daba a las chicas, como llevaba ese traje …. (Relato de Juan Miguel Carrillo, 79 años. Entrevista de Carlos Porro en julio de 2014)
-Había otra botarga que llamaban, uno que se vestía con una careta negra, y un traje y llevaba un rabo de una vaca o algo así corriendo a los chiguitos y a las mozas. Pero es que antes se podía hacer, porque la gente mayor lo tenía metido dentro del corazón y las mismas mayores decían ¡sube!, que arriba en la habitación de arriba están fulana y mengana, aunque serían las hijas, el otro subía allí, las pegaba cuatro vergajazos (…) después cuando ya se iba a terminar le cogían y le ponían en un burro y había uno que le decía un refrán:
-¡Has empeñado al ayuntamiento, que te has comido no se cuántos kilos de lechazos!
-¡Has sido un tragador, te has comido no sé cuántos kilos de alubias y te has bebido tres cántaros de vino…!
-¡Qué quiere el público! ¿que viva o que muera?
si decían que muera y a tomar pol saco, le tiraban y tol mundo bailando alrededor, (se ponía así una vela por cima) se levantaba de repente y todos a correr. Y luego hacíamos toros; yo hice con unas maderas una cabeza de toro con cuernos y todo y encima una tela negra … (Teodoro Alvarez, de 83 años. Entrevista de Carlos Porro y Toño Lobo julio de 2015)
Pues la botarga era pues el rabo de una mula, que la cortaban cuando esquilaban a las mulas y a los caballos pues cogían serdas, y hacían como un manojo como una escoba y lo ataban a un palo y entonces pues las hacían, era broma, todo broma ¡eh!, a las mozas las daban con la … y corrían ¡ay! corre que te corre por tol pueblo ¡que viene la botarga! ¡que viene la botarga! y todo era de broma ¡eh! todo de broma, para hacer bromas y para reir. Decían:
-¿Cuántos kilos de alubias te has comido?
-Pues ¡me he comido veinte kilos de alubias!!!
-¿Y de carne?
-¡Otros diez!
-¿Y de chorizos?
-Otros quince kilos…
Todo de broma, de broma, de broma. Y iba montao encima del burriquillo. El que hacía la botarga to la vida era el Marceliano «pichinilla», to la vida el Marceliano. Se tumbaba encima el burriquillo, burros muy mansos claro y se hacía el muerto.
-¿Cuántos kilos te has comido de alubias?
-¡Veinteee!!
-¿Cuántos kilos de chorizos?
-¡Treintaaaa!
-¿Cuántos kilos de carne?
Era todo de broma, de broma. Se bajaba del burro y corría, corría a las mozas, con la pellejilla. Echaban a correr: -¡Ay! ¡que viene la botarga!, ¡que viene la botarga!. Sí, sí, era una vida muy sana, muy sana, éramos muy cercanos los vecinos unos a otros, muy cercanos. Mi pueblo, era un pueblo que eran pero muy buena gente, ¡muy buena gente!, ¡trabajadores! (Relato de Emilia Castro de 97 años. Grabado en Valladolid el 16 de octubre de 2019 por Flavia Castro y Carlos Porro)
Se conocía esta ancestral costumbre en muy poco pueblos de Castilla y León de Burgos (Santa Cruz del Valle, Cerezo y Fresno de Río Tirón, Fresneda de la Sierra) y en Cisneros (Palencia) se conserva el llamado “azote del chiborra” celebrado en las fiestas de septiembre.
Carlos Porro